jueves, 15 de mayo de 2014

HISTORIA DE UNA NIÑA. CAPITULO IV TOTAL


 PROBLEMAS -MARI ELI- EL VERANO

    Mi madre parecía tener problemas.Se le ocurrió que debía  agradecer las atenciones médicas y de ayuda, con lo que tenía mas a mano: Ramos de flores. Me pidió que los llevara yo sola. Pero. ¿Cómo iba yo a hacer eso, si no sabía ni quién eran, ni donde? Estaba asustada. ¡Me moriría de vergüenza! Mi madre insistió y no me quedó más remedio. Me señalaba la casa del médico y yo subía llamaba y a la persona que abría le decía -" Buenos días esto de parte de mi mamá y muchas gracias" Era lo más que podía balbucir. Estaba blanca y con el corazón latiendo deprisa. Me decían: -Espera -y me sacaban algunas monedas y dulces. ¡Vaya!, pensaba yo, -¿ Qué me dirá mi madre? Pero volvía y a ella le parecía bien y me pedía que fuera a casa del practicante con otro ramo.-¿Otra vez? Repetí la historia varias veces. Parece que  tenía muchas gracias que dar.
    Pronto mi madre se compadeció de mi  y acabó con el suplicio. Comenzó a mandarme a pequeños recados y a  cuidar de mi hermano, pero la mayor parte del tiempo la pasábamos jugando en el jardín, donde había lugares y escondites muy divertidos. Era tranquila y no buscaba los sitios altos y peligrosos. Andresito jugaba cerca a atar palos con cuerdas, siempre estaba con sus ruedas y palos.
    Me entretenía con los bichos cómo: hormigas "zapateros" "tijeretas" que andaban entre la hierba.Una tela de araña enorme aparecía entre las  hojas de yedra; era grande y redonda. En su red había una  mosca, se movía y  la  gorda araña apareció  muy rápido y se la llevó.- ¡Que "malísima"!- Salí  corriendo. Me escondí entre las  lilas.No me gustaba ver animales en peligro.
    Mi vida tranquila e iba a acabar pronto. Llegó el verano y la casa grande se llenó de gente. -No podré salir a jugar, -Pensaba, -Me tendré que meter dentro todo el día-,Pero no fue así, me hicieron salir y comenzó una nueva etapa en mi vida.
    La cocina de la casa se convirtió en un centro de todos los movimientos y personas. Doña Mamen dirigía todo. Una persona fregaba y  lavaba. Mi madre también se situó en la cocina. D Daniel no estaba durante el día.
Mari Eli llegó en cuanto terminó su colegio y... ¡Tenía hermanos! Eran imponentes. Su hermana era una jovencita, guapa y presumida, que apenas me miró. Sus otros dos hermanos, altos y grandes, muy mayores, con sus voces de hombre, salvo alguna broma que no entendí, tampoco nos atendieron mucho.
A Mari Eli le interesamos tanto, que nos adoptó en aquel mismo momento, sus manos no daban a basto a agarrarnos y subirnos por la casa enseñándonos cosas: su cuarto sus vestidos. El cuarto de baño, que nos llamaba la atención, especialmente. Nos gustaba encerrarnos y jugar a lavarnos y a peinarnos.Nos echábamos colonias y cremas Los mayores nos vigilaban sin vernos, y se oía siempre. ¡Mari Eli ! ¡Dónde estáis! a grandes voces. hasta que contestábamos, pero si estábamos en el baño. nos sacaban de allí con grandes aspavientos: ¡Os vais a empapar y lo ponéis todo perdido! gritaba una u otra.
Por la tarde querían que dejáramos descansar y descansáramos echándonos la siesta. No nos gustaba separarnos y dejar de jugar, después de comer. Mari Eli insistía para que yo durmiera con ella. Lo conseguía casi siempre. Era la más pequeña de su casa y la mimaban. No dormíamos en absoluto, hablábamos bajito para que lo creyeran,  pero nos daba mucha risa y Mari Eli gritaba diciendo tonterías. Luego saltábamos en las camas. Pronto se oía a mi madre venir muy  enfadada y separarnos jurando que no nos juntaríamos nunca más.
    Por las mañanas,enseguida nos buscábamos y nos reuníamos en el cuarto de los juguetes, lugar maravilloso; era grande, tenía colgados en las paredes, enormes cuadros representando bonitos  jardines, con plantas y flores.En el frente, grandes ventanales, aportaban luz y sol. Su suelo de madera,  me gustaba mucho porque era cálido y nos podíamos sentar en el durante horas.Tenía un gran arcón lleno de juguetes. pero sólo los podíamos usar bajo"supervisión". y algunos sí y otros no. Nos dejaban las construcciones, pero después de un rato eran aburridas, tocábamos un xilófono aporreándole y nos poníamos zapatos y pañuelos inútiles como disfraces. Al pobre Andresito le poníamos cintas, pañuelos y le decíamos que desfilara. El obedecía a todo, Cuando le cansábamos se iba a buscar a nuestra madre, para protestar.


    Generalmente una joven que se llamaba Paula planchaba en el mismo cuarto,  en una mesa alta. Nos contaba historias de su pueblo, de su novio, y algún cuento de miedo. Nos tenía quietas y absortas.
    Otras veces estábamos en el jardín, allí hacíamos caminos, con tierra, casas ,con ladrillos rotos, comidas con hojas y siempre teníamos un hijo: mi hermano Andresito para mandarle a buscar nuevas cosas. Pronto se cansaba y se buscaba sus propios juegos con tapones o cuerdas.
    No pasaba mucho rato con mi madre. En la hora de comer nos reunía en la gran cocina y comíamos con mi hermano, ella y Paula.En aquél momento nos daba muchos consejos sobre nuestro comportamiento:- No chilléis ni corráis; no saltéis, no os metáis en las habitaciones, no salgáis afuera; No seáis "contestones"; obedecer lo que se os diga; no cojáis nada,- y así  nos tenía un buen rato.De tanto repetirlo ya no la escuchábamos. Pero tratábamos de hacerlo, porque tenía un carácter fuerte y no nos consentía ninguna alteración.Si estaba cerca y no había nadie, nos daba "cuatro gritos", Pero si había alguien delante nos fulminaba con su penetrantes ojos y nos parábamos en seco,aunque era muy tolerante con nuestro poco aprecio de las comidas de la casa. Estábamos acostumbrados a las patatas fritas, o cocidas, a los huevos y las sopas de leche, así que de cualquier otra cosa no conocíamos el sabor.
    Se guisaban extrañas sopas, verduras desconocidas y algunas carnes cocidas con cosas de colores raros. Todo estaba malo. No se podía comer. Pasaba malos ratos en la cocina peleando con mi madre para que comiera un poco y disimulando cuando venía doña Mamen a ver si me lo había comido. Cuando se iba, en un descuido. lo tiraba rápido a la basura. Mi madre me miraba de reojo cómo si no me hubiera visto. Comía un trozo de pan y ¡hasta "la próxima comida" a ver si había mejor plato!

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