lunes, 25 de julio de 2016

Mis vacaciones en la playa.






Mis vacaciones han sido muy agradables. He vivido en un sueño, me refiero a que estaba siempre medio dormida. En las zonas de mar, no se si se debe a que te baja la  tensión arterial,  siempre tienes ganas de dormir.

Me hubiera gustado estar mas solitaria, pero es que a todos nos gusta lo mismo; buen clima, ciudad divertida, cantidad de entretenimiento; música, cine, bailes, ferias, mercadillos, parques acuáticos; sin contar los cientos de tiendas, bares y restaurantes que nos tientan constantemente con la rica comida del mediterranea: pescaditos, calamares, pulpos, mariscos, tapas, helados... y para que seguir.






Instalada en la playa te das cuenta de que la arena con sus bolsas, hamacas y sombrillas, acaba siendo un estrafalario barrio, donde todo tipo de personas se desnuda sin pudor, Acabas conociendo a la gente y te saludas como si ya vivieses  sentada en una silla, debajo de una especie de refugio de lona.

Los vecinos  sentados al lado, transmiten sus comentarios y noticias y  la vas escuchando como si fuese una telenovela con sus dramas y malentendidos. De vez en cuando se oyen chillidos llamando a niños que en la orilla se remojan y no quieren volver a su casa de lona. No queda queda más remedio que escuchar, aunque mejor es hacerse la dormida.









Se acaban haciendo amistades más o menos duraderas y se dan los teléfonos, aunque solo sea para felicitarse por Navidad, al darse cuenta de lo diferentes que son después de los días de calma...

Los jóvenes van apareciendo varias horas después, principalmente por la tarde colocándose simplemente sobre una toalla y allí se tuestan en un "vuelta y vuelta" No les gusta llevar artilugios para refugiarse del sol. Aguantan horas con la sola protección de su crema solar. ¡Ufff! ¡Qué peligro!






Esparcidos por la arena, inmóviles, sin ningún orden, parece la playa un campo  sacudido por algún potente rayo que hubiera dejado a todos paralizados.



En la tarde después de una comida rica y mediterránea, de cabeza a la cama, es preferible al sofá; allí puedes pasar dos horas tranquilamente y no deseas levantarte, el cuerpo y la cabeza pesan. No consigues ni saber quien eres. Más tarde,  te sobra tiempo para arreglarte y salir de compras o a cenar.
Al final para descansar los pies. una relajante película o el libro que has empezado, terminarán el día, 
¡Estas han sido mis vacaciones de éste año!