lunes, 16 de agosto de 2021

 


Cómo evitar sentirme culpable tras gritar a los niños


INTERESANTES CONSEJOS DE UN ARTÍCULO  SACADO DE INTERNET. PUEDEN SER ÚTILES PARA PADRES  A VECES DESCONCERTADOS

Cuando los padres tienen sentimiento de culpa

Cuando te conviertes en padre es normal que aparezcan sentimientos de culpa a la hora de tomar decisiones con respecto a los cuidados y educación de los hijos. El problema aparece cuando se pierde el control y la perspectiva hasta el punto de llevar una vida poco saludable o padecer depresión. Para que esto no ocurra debemos tomar algunas medidas para aliviar el sentimiento de culpa. Entre ellas:

1. Cuidar de ti mismo
Para garantizar el cuidado de los hijos hay que saber cuidarse a sí mismo primero. Hay que tener tiempo para hacer cosas que te hagan sentir bien y te mantengan relajado. Tener un espacio propio para ver las cosas con perspectiva. Ir al cine,
 salir con tu pareja, quedar con amigos etc.

2. Alternar tareas entre los progenitores
Compartir tareas del hogar de forma equitativa entre los miembros de la familia. Pedir ayuda y ofrecerla para controlar los ritmos y la energía diaria hace que no aparezcan los sentimientos de culpa debido a la fatiga y al estrés.

3. Cuidado con pensar cosas que no son
Sentirse culpable por tener que trabajar y no poder pasar todo el tiempo que se quisiera con los hijos y que la solución para sentirse mejor sea preocuparse en exceso por el cuidado de los niños será una reacción contraproducente. Hay que saber delegar y confiar en la pareja o en los cuidadores de los niños. Será más importante para el niño pasar con él un poco menos de tiempo pero
 que sea de calidad, que más tiempo 'impregnado' de estrés.

4. Gritar no tiene por qué ser malo
Hay que entender el hecho de que gritar a un niño no es malo. Lo será cuando no se controla la intensidad y la frecuencia con la que se hace.

5. Si gritar es un hábito
Cuando ocurre esto es posible que los adultos deban aprender
 la manera de controlar su enfado y reducir el nivel de estrés. Para ello será necesario buscar ayuda en un profesional.

martes, 10 de agosto de 2021

CORONAVIRUS-SEGUIMIENTO- AGOSTO 2021


Estamos en agosto, el mes más caluroso del año en España. !Cuánta gente creía que el terrible virus, desaparecería con el calor!

Desafortunadamente, no ha sido así, sigue con nosotros con mucha más fuerza a cusa de las diferentes variantes que ha conseguido.

El Ministerio de Sanidad notificó este lunes una incidencia acumulada de 673,52 casos de coronavirus por cada cien mil habitantes en 14 días, 14 puntos menos que el viernes, pero las personas hospitalizadas crecen en número. Se sitúan en 10.500.

Pese al descenso, España supera al reino Unido como el país europeo con mayor incidencia del coronavirus.

En cuanto a vacunación, España supera las 27 millones con pauta completa. el 57,5 º/º, y las 32 millones con al menos una dosis contra el coronavirus.

Madrid amplía a jóvenes de 16 y 17 años la autocita para recibir la vacuna de Moderna.

Europa supera los 60 millones de infectados por coronavirus.

Los datos van cambiando de día en día, esperemos que las cifras bajen y la vacunas hagan sus efectos muy pronto. Las personas estamos muy afectadas y tristes por los datos humanos y económicos. Aunque es muy difícil, tendremos que adaptarnos de alguna manera a éstas crueles enfermedades. No parece que vayan a desaparecer en un tiempo corto.





 


viernes, 6 de agosto de 2021

EL PAJARITO HERIDO. Cuento para mis nietos . Dibujos: Chelo Cantador



EL PAJARITO HERIDO

Nana Pipo y su abuela



 Nana, Pipo  y yo, su abuela, y en ocasiones compañera de juegos, tomábamos el sol comiéndonos un rico helado acompañadas de nuestro gato Blanquito.

Hacía muy buen tiempo, en una primavera cálida y agradable. Blanquito, tumbado bajo una fresca sombra, aparentaba dormir con los ojos cerrados y las orejas alerta. 



Entre las ramas de unos  cercanos arbustos, oímos un pequeño aleteo. Blanquito que lo esperaba dio un gran salto y nos dejó sorprendidas a las dos_ ¿Qué hace este gato? -nos preguntamos asustadas.  El  salto había dado sus frutos: en la boca tenía un pequeño pajarillo que se debatía fuertemente para escapar. Dimos un grito a Blanquito, él nos miró, y el pajarillo aprovecho para huir, pero no consiguió llegar muy lejos, en su descontrol, se posó en una  rama baja y cercana.

Pensé que si lo dejaba solo, el gato lo alcanzaría enseguida, de modo que lo cogí con mis manos; apenas podía volar; estaba herido, pero no sabíamos cuanto, Nana lo miraba con sus tiernos ojitos llenos de susto y pena. Blanquito no nos quitaba la vista de encima, estaba enfadado por nuestra intromisión en su caza.

Nos lo llevamos a casa y lo depositamos en una cajita. Nana se empeñaba en que comiera, pero era inútil en esos momentos. El pajarito estaba en shock.

Lo primero que debíamos hacer era curarle, para lo cual recurrimos a nuestro buen amigo Antonio, el veterinario de toda la vida. 

En la clínica se quedaron asombrados-¿Que nos traeis? dijeron mirando la cajita de zapatos. Antonio después de revisar al asustado pajarillo dijo que parecía que las heridas no eran graves, pero sí que había perdido plumas de un ala, por lo tanto le tendríamos que cuidar mucho en casa. Nos dijo lo que le tendríamos que dar de comer, y nos fuimos a casa tan contentas, pero preocupadas por la responsabilidad de cuidar a tan vulnerable animalito.

Parecía que nadie había visto un pájaro en su vida, todos, nos asomábamos a la cajita para verle y consolarle. Nos miraba con ojillos tristes. Yo pensaba con pena, que estaría sufriendo y quizá hubiera sido mejor dejarle en las garras de blanquito donde su sufrimiento habría sido corto.

Por la mañana, muy prontito, Nana y Pipo vinieron  vino a casa y me dijeron alegres: -vamos a ver al pajarito, abuela-. Todos  subimos al desván donde le habíamos colocado y al acercarnos sigilosamente vimos que el pajarillo no estaba. Le buscamos por toda la habitación y después por toda la casa. Había desaparecido. Al volver a mirar en el desván, notamos una ráfaga de aire que entraba por una ventana que se había abierto durante la noche. Nos asomamos y vimos a nuestro pajarillo escondido  en un saliente del tejado. Daba pequeños saltitos y nos preocupo la posibilidad de que  cayera al suelo al no poder volar bien. Nana gritaba: -¡Ven pajarito! -¡ven!-Tuvimos que dejarle en el tejado no pudimos acercarnos a él, a pesar de nuestros esfuerzos. Al día siguiente volvimos a mirar y asombrosamente, allí seguía. Esperamos un poco y vimos otro pájaro que se acercaba con algo en el pico. -¡Era su madre, que le llevaba alimento y compañía!- Le seguimos viendo por la ventana durante varios días y una tarde que Nana y Pipo se asomaron primero, dijeron alegres: ¡abuela!, - ¡Mira! 

El pajarillo salto del tejado y voló hacía las nubes, y dando una vuelta se acercó a la ventana como en señal de saludo agradecido.

Todos le despedimos con alegría.
A veces, aunque no siempre, el cariño y dedicación pueden salvar la vida de un animalito herido.