miércoles, 14 de mayo de 2014

HISTORIA DE UNA NIÑA. CAPITULO III TOTAL



MI PADRE SE FUE



Le veía siempre en la cama, desde allí me contaba muchos cuentos y sonreía fácilmente.
Venían a visitarle sus hermanos y  algún amigo que yo  no  conocía. Tratábamos de escondernos en algún rincón, para no hablar con ellos  porque no les veíamos con frecuencia y nos daba vergüenza. 
Pero una tarde vino D. Daniel de Madrid  a visitarle y se despidió de mi padre  para siempre. Yo estaba al lado de la cama y le oí decir cosas muy serias, cómo que él cuidaría de nosotros siempre y que nos ayudaría. Era imponente aquella manera de hablar, me dijeron que me fuera a jugar y salí a a la calle con mi hermano, pero algo raro pasaba.
Al día siguiente una  señora alta y grande, vestida de negro, nos llevó de la mano a su casa. Mi madre dijo que fuéramos con ella. Parecía amable, pero yo me encogí, porque no sabía quien era ni donde íbamos. Nos dijo que estuvierámos quietos y que mi madre vendría a buscarnos. Se estaba muy bien en aquella casa. Estaba en el pueblo y tenía el suelo de madera, además hacía calorcito. Dormimos calentitos y por la mañana nos despertó con unos tazones enormes de sopas de leche. Me dí cuenta que era una panadería  y tenía un horno para hacer pan que nos enseñó, todo estaba cálido y agradable.¡No se estaba mal, pensaba! Estuvimos otro día más. Se nos hacía aburrido, porque no teníamos donde jugar ni con quien.Mirábamos por la ventana y veíamos gente que pasaba. No estábamos acostumbrados a ver gente pasar. Algunas personas llevaban cestos para comprar. Veiamos otros niños que llevaban carteras de la escuela, también pasó alguien  con un burro cargado con cántaros de leche, y un viejo camión con leña. 
 La tarde siguiente nos llevaron de nuevo a nuestra casa por fin. Estaba cambiado todo. Mi madre vestía de una manera rara, toda de negro. había muchas señoras sentadas en la entrada y se pusieron a rezar.Nos mandaron a la calle, al jardín.Vimos a nuestros primos y algún amigo de las casas vecinas. Nosotros jugamos a enseñarles sitios difíciles de trepar, para impresionar a los mayores, pero Andresito se cayó y tenía mucha sangre en el ojo. Todos se asustaron mucho y se le llevaron.Nos quedamos callados y tristes. Después se fueron marchando todos. Trajeron a mi hermano con vendajes en la cara.Mi madre nos regañó.Nos habíamos vuelto traviesos el peor día.
Mi padre no estaba. ¡la cama estaba vacía! ¡Cómo se había ido si no podía andar! Pensaba  eso, cuando mi madre se acercó y nos dijo: Vuestro padre estaba muy malito, y se ha muerto.Se puso a llorar y nos abrazó.Me entró un nudo y una sensación de asombro que me asustó y me encogió.No sabía lo que pasaba ni que significado tenía, pero era un sentimiento muy desagradable.
    Las vecinas volvían todas las tardes, con los niños. Mientras estaban todos, jugábamos y subíamos a las piedras de nuevo. Era agradable tener tanta gente alrededor. Después nos recogíamos en casa y estábamos serios, mirando a mi madre, que hacía la cena.

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