EL PAJARITO HERIDO.
Era una tarde cálida de verano. En el jardín de la abuela los árboles echaban la siesta tranquilos.
Había un agradable silencio. Nana, Pipo y su abuela nunca dormían por las tardes, era muy interesante salir y buscar animalitos, flores o piñas. Quizá encontraran algún tesoro o cosas para divertirse.
Los tres iban hablando de lo que les gustaría hacer cuando, vieron a Bartolito, el travieso gato de la casa, mirando con mucho interés hacía las ramas de la vieja encina. Se acercaron despacio. De pronto un pequeño pajarito salió de entre las ramas y voló bajo. Quizá estaba dormitando y no se dio cuenta de que el peligro en forma de gato le estaba acechando.
Bartolito dio un gran salto y le agarró con sus dientes. Todos corrieron muy preocupados tratando de que el gato soltara su presa rápidamente sin hacerle más daño. Bartolito más asustado que sus dueños soltó al gorrión y se alejo dos pasos, intentó volverle a coger, pero ya la abuela se había abalanzado muy rápida sobre el animalito herido y le recogió en su regazo. Los ojos de los niños se agrandaron y a la vez se pusieron tristes y acuosos. Delante de ellos un pequeño animal había sido cazado y el gato pretendía comérselo. Era muy triste, ver al pequeñín agazaparse asustado entre los brazos de la abuela.
Le llevaron a la casa y le pusieron en una caja de zapatos. Respiraba muy rápido y tenía un ala herida. Había que hacer algo. Rápidamente se pusieron en marcha hacía la consulta del veterinario. El sabría lo que hacer.
Al doctor le dio mucha pena y trató de reanimarlo, cuando estuvo mejor, los niños lo llevaron a casa de nuevo y lo cuidaron durante varios días. Le pusieron un nombre adecuado y le dieron comida especial. El pequeño pajarito les miraba agradecido y comía su preparación con gusto.
Le habían colocado en su caja y pensaron que la buhardilla sería el sitio más tranquilo para el animalito, allí lo tuvieron durante tres días.
A l tercer día los tres subieron alegres a darle su comida pero ¡oh desilusión! El gorrión no estaba. Lo buscaron por todos lados, cuando Nana se dio cuenta de la pequeña raja que se abría en la ventana y por donde podría haber escapado. Se asomaron apresuradamente los tres y no vieron más que el cielo y los árboles. Mirando más atentamente notaron un ruido cerca del canalón del desagüe.- ¡Estaba allí! Pero, ¿Cómo iban a llegar hasta él?- Pensaron los tres.
De repente vieron una bandada de pájaros que se acercaba al refugio del pajarillo. Uno de ellos se acercó con comida en el pico. ¡Era su madre! Había adivinado donde se encontraba el gorrioncillo y trataba de cuidarlo.
Continuaron haciéndolo dos días más. Nana, Pipo y su abuela les miraban con ilusión y alegría. Al tercer día no estaba el pájaro. ¿Donde podría haber ido?, ¿Se habría caído? Unos cuantos pájaros revoloteaban por el cielo, se acercaban mucho hacía los tres., el más pequeño se posó en la ventana y picoteó la madera con alegría ¡Era el pajarillo herido! Entre todos habían conseguido que sanase. Se encontraba fuerte y salió volando para acompañar a su madre y a los otros pájaros. Dio varias vueltas como despedida y se alejó.
Tristes y alegres a la vez, Nana, Pipo y su abuela volvieron a pasear por el jardín comentando la bonita experiencia vivida .El gato no era malo, su naturaleza era así, era un cazador. No le castigaron, no lo habría entendido. El pajarillo era demasiado pequeño y se arriesgó demasiado. No tuvo el cuidado suficiente para mantenerse lejos de los felinos, pero todo había terminado bien, después de todo.
FIN
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