domingo, 19 de marzo de 2017

NUESTRA PERRA FLEGUS. Como llegó a la familia







Extraordinaria Flegus.
Apareció abandonada y perdida en la orilla del río Guadarrama. Era un cachorro precioso de pastor alemán. Mi marido y yo, no sabíamos nada de perros. Era 1º de enero, un día de sol. 
Salimos a pasear por una zona algo salvaje, no muy alejada de nuestra vivienda. 




El perro, se acerco a nosotros, le tiramos un palo para jugar, le recogió, le tirábamos piedras, jugaba con nosotros como si fuésemos sus dueños. Llegó la hora de volver a casa y nos subimos al coche, el animal corría detrás. 





 En aquél momento nos acercábamos peligrosamente a la autopista; no sabíamos que hacer. Paramos el coche y esperamos; el perro se paró también. Le asustamos un poco haciendo ruidos y gestos.




 Continuamos en el coche, nada, el cachorro seguía corriendo con la lengua fuera. Como a veces tengo ideas "peregrinas", paramos de nuevo y se me ocurrió decir: "Perrito sube" y dando un salto, el animal se sentó en el asiento de atrás, "Bueno y... ¿ ahora que hacemos?"- dijo mi marido...
Después de animarle inútilmente a que se bajara y ya sin saber que  mas hacer, se nos ocurrió llevárnoslo a casa y pensar después sobre el problema.



Estábamos contentos con el invitado que andaba por las habitaciones como si hubiera nacido allí.


Nuestros vecinos llamaron a la puerta; al abrir y ver al perro, no salían de su asombro. Después de explicarles como había sucedido todo se pusieron a pensar con nosotros. Alguien dijo : "¡esto no es un perro , es una perra!" Ya informados supimos que era un pastor alemán y que aparentaba ser cachorro con una raza muy auténtica.¡No habíamos sabido ni  mirar el sexo!



"Bueno...pensamos, mañana le llevaremos a su lugar de origen y que busque a sus dueños".
Al día siguiente, subimos a la perra al coche sin ningún problema y nos dirigimos al sitio donde lo habíamos encontrado. No quería bajar,  lo hizo al ver que nos alejábamos, pero en cuanto nos acercábamos dos pasos al coche, volvía a correr detrás y si parábamos se subía. Nos miramos y dijimos- No creo que tenga dueño, seguro que la han abandonado. -pobrecita. - o quizá se ha perdido. Se nos acababan los días de fiesta y estábamos dudosos, de modo que nos lo jugamos todo a una carta, como se  suele decir. - nos la llevamos y veremos que hacer.

¡Madre mía! en que lío nos metimos! Mas tarde nos dimos cuenta que con un animal no se juega. Si lo adoptas, es como tu familia para siempre en los animales se trata de un periodo que puede durar 12 o 14 años.




En los momentos actuales si recoges a un perro primero le llevas al veterinario para saber si tiene alguna enfermedad que pueda ser contagiosa. Nosotros no hicimos nada de eso. Se quedó en casa tal y como vino y solamente tratamos de que se adaptara. 
Fue algo muy difícil. La perra era alegre y cariñosa, pero no soportaba la soledad,lloró toda la noche. No quería dormir en el ático de la casa, ni en la cocina, ni siquiera en el salón, solamente se conformó a la puerta de nuestra habitación y eso gimiendo sin parar.

Al día siguiente comenzó una odisea que duró al menos un año. Teníamos que ir a trabajar los dos. Dejamos a la perra en la parte de arriba de la casa con comida de nuestras sobras, pan y agua.. Pensamos que teníamos que atarla a algún sitio para que no se escapara por toda la casa. con una cuerda larga la dejamos y nos fuimos. Cuando volvimos encontramos un estropicio, la cuerda comida, las sillas tiradas, los cables del teléfono arrancados de su lugar, papeles rotos, cacas, pis,

Fuimos cambiando de lugar pero la perra no quería estar sola y encerrada. Sabíamos que era normal pero no podíamos hacer otra cosa. eso volver a dejarla donde la encontramos. Entonces no había protectora de animales, ni refugios, estaba condenada a vagar por el campo.
Seguimos intentando adaptarla a estar sola, pero no parecía posible. Si la atabas ladraba, si la soltabas, rompía todo lo que pillaba.

Cuando estábamos con ella era feliz y nos atendía en todo.
Compramos una correa para pasearla y fue una lucha, corría detrás de cualquier cosa con mucha fuerza y tirones que nos arrastraban.Ya estábamos arrepentidos de haberla subido al coche, pero no podíamos abandonarla, así que seguimos luchando. Pensamos en ponerla el nombre de otro perro muy conocido y la llamamos Flegus.

Le hicimos una casita en el ático y un cercado. Ahí pasaba las horas de espera hasta nuestro regreso. Los vecinos nos contaban que ladraba todo el día. Sus aventuras eran continuas.
Un día Flegus rompió su encierro y se escapó por un voladizo de las terrazas. Daba vueltas y vueltas sin saber como regresar. Nuestra amiga de la casa de al lado, se apiadó de ella y arriesgando su vida la subió en sus brazos de nuevo al ático, cuidándola hasta nuestro regreso.







Al día siguiente y al otro repitió la historia. Las personas de la calle se asustaban al ver un perro andando por encima de sus terrazas.
Querían llamar a los bomberos, pero afortunadamente llegamos a tiempo.

En dos ocasiones  salvó  su vida milagrosamente. En una de ellas fue a causa de mi torpeza. Estaba cansada de desobediencias y escapadas por los voladizos de las terrazas. Pensé un diabólico plan. La animaría a subir a la pared separadora de la terraza y cuando corriera a hacerlo, le daría un solemne susto con una escoba. Pero al decirle: -"sube", se dio más prisa que yo y no pude pararla, dando un gran salto se elevó sobre la pared y desapareció de mi horrorizada vista que miraba hipnotizada, pensando que habría caído hacia la calle y estaría  pasando gente hacia la compra o paseando.
Estábamos en un sexto piso. Sería horrible, pero al asomarme con el corazón saliendo del pecho, la vi moviendo el rabo sobre una parte mas ancha del voladizo conocido por ser el que usaba para saltar de terraza en terraza.¡Un milagro!

En otra ocasión y tiempo mucho mas tarde, tuvo un accidente que no pudimos evitar y la llevó al fondo del patio desde el ático. Parecía muy malherida, pero una vez en el veterinario: ¡ No tenía nada! y se recuperó enseguida. Nos había escuchado hablando animadamente  en la parte baja del piso y pensó en unirse saltando hacía una ventana, pero no lo consiguió, cayendo al patio y salvándose gracias a las cuerdas de la ropa, que pararon su caída.



Los paseos eran problemáticos, su fuerza de cachorro ya mas fuerte, nos hacía tambalear.
Comenzamos a llevarla al campo sin correa por las tardes y los fines de semana.
"Quizá se escape y la perdamos, pensábamos", pero no lo hacía, ya sabía que eramos sus dueños.



A partir de aquél momento eramos tres, se convirtió en uno más para todo. Se fue adaptando a nuestra vida a partir de cumplir el año, ya nos entendía y obedecía. 
A lo largo de una vida pasan muchas cosas y alrededor de Flegus pasaron los acontecimientos de la  familia que fue creciendo, y a la que perteneció hasta que nos dejó, diez años después,habiendo viviendo más aventuras y complicaciones, supongo que como todos los animales.




Esta fue nuestra experiencia a la que nos sometimos por ser algo ingenuos y compasivos. Nos cambió la vida y con "Flegus" comenzamos a  pensar en otras cosas fuera de nosotros mismos.
🐶

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