martes, 1 de julio de 2014

HISTORIA DE UNA NIÑA CAPITULO X

LA ESCUELA DE NUEVO
Reconocí a muchas niñas, algunas me saludaron, habían cambiado y crecido. Miré mis piernas y mi pelo, no noté nada, mis mismas trenzas mi flequillo. el babi me quedaba mas corto, quizá se había encogido. La profesora nos saludo y preparó la clase, sacamos nuestras cosas nuevas. Me senté con una niña muy simpática, comenzamos a mirar el libro y a ver sus láminas. nos reímos con algunos dibujos. La Señorita Augusta nos regañó, al poco nos volvimos a reír bajito. Leímos escribimos y salimos por fin a la calle. ¡Después de todo, no había sido tan malo! 
Continué la escuela sin ningún problema, podía leer y hacer cuentas. Procuraba atender y cuchicheaba con mi compañera,Marina. Volvía a casa contenta. Mi madre me preguntaba: ¿Qué tal te va en la escuela? yo le decía: "bien", ¿ Cómo quieres que me vaya? Se me habían olvidado los problemas del principio. Pero también había dificultades, Las niñas mayores, eran antipáticas con las pequeñas. Ni siquiera nos miraban.Salían corriendo las primeras y nos empujaban, Si la señorita nos hablaba, se reían cuando contestábamos. Aprendimos a no interrumpir sus cosas y ellas nos dejaron en paz.
    El saber leer de corrido me dio ventajas, algunas niñas no sabían y hacían esfuerzos por conseguirlo. Otra gran ventaja, fue mi facilidad para hacer dibujos y copiarlos. Las niñas de mi lado me pedían que las hiciese los suyos. Los hacía porque me resultaba fácil, así todo marchaba, pero el gran problema llegaba por las tardes. La mayoría de las niñas sabían coser, y las mayores hacían cosas dificilísimas.
 La tarde se reservaba a la costura,. Yo no sabía nada de aquel asunto. Lo intentaba sin éxito. El trapo se ponía sucio, el hilo se me partía.Mi madre cosía en casa, pero aún no me había enseñado. No me gustó la practica, era difícil. No cosían cosas con aguja grande, todo era pequeñito  y complicado. Mi profesora desanimada, me permitía preparar las clases del día siguiente y dibujar, acepté encantada.


Salíamos todos los días al recreo media hora. Las niñas conocían muchos juegos, pero a las pequeñas no nos dejaban jugar, sólo mirábamos. Parecían todos tan divertidos...En uno de ellos, cantaban: "Pasi mi si, pa si mi sa, por la puerta de Alcalá, la de "alante"corre mucho, la de atrás se quedará. Se juntaban de dos como en un pasillo y las primeras pasaban, después las segundas. Cuando acababa la canción se quedaba a un lado la pareja que era pillada la última.Otro juego era:"El Corro Chirimbolo" Se cantaba una canción, se bailaba adelantando los pies y al final todas a la vez, se sentaban en el suelo riendo.Me gustaba mucho el juego de "La zapatilla por detrás". Se hacía un corro y se cerraban los ojos, una niña, ponía una zapatilla detrás de cualquiera del corro. Abrían los ojos y la que tenía la zapatilla, corría detrás de la niña que la puso hasta alcanzarla.Luego cambiaban el puesto y así hasta que la maestra nos llamaba desde la escaleras de clase, daba palmadas y decía"Adentro" Adentro". Un día mi compañera Marina y yo nos encontrábamos sentadas haciendo caminos con tierra. No oímos a la señorita llamar "Adentro" Cuando nos dimos cuenta, todo el mundo había desaparecido. Una señora pasó y nos dijo:-¿Qué hacéis las dos aquí?, anda, entrad dentro- Nos pusimos rojas como la grana,-¿Donde estaban las demás?-¿Se habrían ido a la clase y no nos habían dicho nada? ¿Yahora que hacemos? Nos mirábamos a punto de llorar. La señora abrió la puerta de clase y dijo" Augusta, se te han escapado estas dos" La señorita nos miro asombrada de no haberse dado cuenta y enfadada, nos dijo: "Hoy os quedáis conmigo después de la escuela a ayudarme".Todas se reían. "!Callaos" dijo la señorita ,"¡Que os tendría que castigar a todas por no avisarles!". Nos dio mucha vergüenza que nos regañara y tener que quedarnos solas después.
Pensaba, "¿Cómo se lo digo a mi madre? "Me estará esperando desde hace rato?" Nos puso a colocar sus papeles, a recoger lo que estaba tirado, a limpiar nuestras mesas bien, y cuando se cansó nos mandó a casa. Marina. vivía cerca de la clase, pero yo tenía que subir la carretera y era muy tarde. Mi madre estaba preocupada. Cuando llegué, Andresito ya había comido para volver a la escuela. Le dije que la maestra nos había mandado hacer cosas después de clase, me preguntó porqué y se lo tuve que decir. Me miró clavándome sus ojos y enfadada, dijo "¡Que no vuelva yo a ver que te castigan por distraerte nunca más!", "¡Estate atenta y cuando oigas a la señorita, te vas a clase la primera!"¡Ya hablaré yo con ella para que me explique!"- ¡Qué "regañina"! pensé "-¿ No se muy bien porqué tanto lío, si sólo estábamos jugando?" Me fui corriendo a comer para quitarme de en medio.
    En otra ocasión me distraje jugando después del colegio. Pensé, "Un ratito solo" pero parece que pasó mucho tiempo, porque cuando llegué ya habían comido los dos y me esperaba mi parte en la mesa. Mi madre volvió a mirarme como si echara chispas. Me dijo: "¿Dónde has estado?, tu hermano ha venido solo y ya ha pasado una hora desde que has salido?"- Me he quedado jugando un rato con Mari...-dije yo  casi tartamudeando. "¡Que te tengo dicho¡ ¡Es que no me vas a hacer caso!, ¡mañana te vienes nada mas salir, y no quiero que te retrases nunca más! ¡Qué se habrá creído ésta niña!  ¡Madre mía!, pensaba yo, otro chaparrón. Me ponía muy nerviosa verla tan enfadada. No me daba cuenta de lo tarde que se había hecho y en aquél momento, me hubiera gustado meterme debajo de la cama.

Las cosas cambiaron porque mi madre encontró un trabajo, ayudando en el Hotel del pueblo. No podía estar en casa cuando llegábamos.Nos dejaba la comida preparada en la mesa . Al principio salía de clase y me iba directa a casa, pero poco a poco me iba entreteniendo, No había nadie que nos regañara y ¡era tan divertido! Luego tenía que correr mucho para volver por la tarde y llegar a tiempo.


    Una mañana mi madre nos dijo que había comprado un cerdito. "¿Como sería?", pensaba. Le trajo un hombre por la tarde. Le había preparado una cama con pajas en un cuarto destartalado del jardín. Tenía una puerta partida en dos, una cerrada y la otra abierta, desde allí le mirábamos encantados. "¡Era muy pequeño!" "¡y  de color rosado!" Gruñía y daba vueltas queriendo salir. Le pusimos leche con pan duro, comía deprisa, muy deprisa. Todos los días íbamos a echarle de comer y a limpiarle. "¡Caramba con el cerdito!, ¡qué mal olía!" Mi madre le traía restos de comida del hotel, pero no era suficiente, comía mucho. Hubo que comprar un saco de pienso. Cómo la finca era  grande, le soltábamos por las tardes para que corriera. Era muy divertido, iba detrás de nosotros a todos lados incluso se tumbaba a nuestros pies. Le abríamos su puerta y corría como un toro. Aprendimos un truco, cuando nos veía y bajaba hacía nosotros, nos agarrábamos a la rama de un árbol y nos encogíamos los pies, cuando el pasaba por debajo desconcertado.

    Se había acabado el tiempo en el que podías estar en la calle, en la escuela encendieron la estufa con tacos de leña.Cada día se encargaba una niña de cuidarla. Nos peleábamos por estar cerca y calentitas. 

Ya no me entretenía al salir del colegio, iba corriendo a casa, aunque algún día al subir con Andresito, y ver los montones de hojas que habían caído de los árboles, no podíamos aguantar  la tentación. Se amontonaban en la cuneta de la carretera, eran cómo grandes colchones. "¡Había que aprovecharlos!" Nos tirábamos como si fueran las pozas del río, nos hundíamos y hacíamos montones  para luego cubrirnos totalmente y andar por debajo.Nos tirábamos hojas, ¡era muy divertido! Entre medias, había castañas "pilongas", las cogíamos para hacer guerras cada uno en un lado. De repente pensamos "¡Debe ser hora de entrar en la escuela!" y aún no habíamos ido a comer.Corríamos, tomábamos un trozo de pan y otra vez a la escuela. "¡Ojala no hayan entrado aún!, le decía a Andresito.
     A mi me regañaban si llegaba tarde y me ponían algún castigo, pero a mi hermano, le pegaba el profesor en las manos con una "varita". Parece que los chicos armaban mucho alboroto y su profesor era muy bruto.
    Mi madre ya estaba de vuelta cuando salíamos, nos daba la merienda y nos íbamos a ayudarla a hacer cualquier cosa del jardín. Cuando acabábamos, nos dejaba ir a casa de Rafa y Maria Luisa. Corríamos los dos por la carretera a buscar a nuestros amigos. Solían estar en casa casi siempre. Después de jugar al escondite y a subirnos a las verjas, o a correr, por el jardín de la casa, persiguiéndonos unos a otros, nos íbamos de vuelta con mi madre que se había añadido a  la visita.
Mientras ella freía los huevos de la cena, tratába de hacer los deberes un poco por encima. Después mi madre y Andresito se acostaban, pero yo me quedaba en el brasero oyendo los programas de la radio, hasta que no podía más. Miraba el aparato como si fuese un televisor.

    Comenzaba a nevar, ya llegaban las Navidades. Éste año mi madre tenía trabajo y no pudimos ir a Madrid con Mari Eli.Yo estaba un poco triste, me gustaba ir a su casa, jugar juntas y tener calor.  Pero doña Mamen se acordó de nosotros y nos mandó un gran paquete en el "coche de linea".¡Qué ilusión cuando fuimos a buscarlo! Subimos a casa, contentísimos e ilusionados. Lo abrimos y encontramos  muchos dulces, turrón, golosinas, una botella de anís, y juguetes. Aparecieron: cuentos, lápices, un xilofón, que no sabíamos tocar, construcciones y recortables. Había una nota de parte de D. Abelardo y unas letras explicando que los "Reyes" se habían adelantado éste año, dejando regalos para nosotros en el balcón. Nos pusimos muy alegres, ¡Ni más ni menos que "Los Reyes" ¡Se habían acordado de nosotros, a pesar de vivir tan lejos, en un pueblo lleno de nieve! Fue en aquél el momento en que pensé que habían llegado días diferentes, y que ya era Navidad.

   El día 24 fue muy divertido. Los niños salían por las calles a pedir "el aguinaldo". Nos juntamos con Rafa, Maria Luisa y sus primos, recorrimos el pueblo por todos lados.Había más gente de lo normal, La última nevada había dejado las calles con nieve y agua a la vez.
Nuestras botas "catiuscas" se mojaron por dentro, teníamos mucho frío, las manos y las piernas estaban moradas, pero pedimos hasta que nos agotamos. Había que repartir las ganancias. Nos reunimos en casa de Rafa. Conseguimos un montón de monedas, regaliz, manzanas, piñones, castañas y rosquillas.Después de muchas discusiones,repartimos todo, juntando cada uno un montoncito, que llenó nuestros bolsillos. El resto lo llevábamos en el jersey, doblado hacia arriba a modo de bolsa. Muy contentos, salimos corriendo, (Siempre salíamos corriendo), había que ir a cenar a casa y enseñarle todo a  nuestra  madre. Después de explicarle emocionados, cuanto habíamos recogido y lo mucho que habíamos andado por el pueblo, nos dijo: "¿Qué queréis cenar?", los dos contestamos: "huevos fritos con patatas fritas".Era lo que más nos gustaba y no conocíamos muchos platos mas. De modo que cenamos lo mismo de siempre, pero lo llevamos todo a la "salita". Pusimos cuatro platos que mi madre guardaba para las fiestas en la mesa camilla, en lugar de la cocina.
Después de comer los huevos, tomamos los dulces y una "copita" de Anís, con la emoción de beber algo diferente; de "mayores",después nos pusimos a  jugar con los juguetes, mientras oíamos un programa especial de la "radio." Me quedé despierta  hasta que no pude más. Al día siguiente, nos levantamos muy tarde. Mi madre decía que "en la cama es  donde mejor se esta", aunque no nos podíamos ni mover; teníamos encima un montón de mantas y ropa.

Unos días después, discutíamos, en casa de Rafa por la llegada de los Reyes. Decían que entraban por la chimenea, pero a veces se saltaban algunas casas y no entraban.A la suya no habían llegado nunca. "Seguro que se saltan la nuestra" pensaba, "está tan escondida", "¿Quién les puede decir que hay una casa en medio de los árboles, si no se ve desde ningún sitio? Además a nosotros ya nos habían llegado regalos en el coche de "linea" Pero era el día de Reyes  " ¿Y... si venían? Por la mañana cuando nos levantamos, encontramos que, "¡Sí! Habían entrado a nuestra casa por algún sitio", quizá por la chimenea, pero se podían caer,  "Seguro que habrían abierto la puerta, que era más fácil"suponía yo. Habían dejado en la mesa un "cabás"  y un plumier de dos pisos. A mi hermano le dejaron una cartera y su plumier." Parecía  mágico, pero no era lo que esperábamos de  los "Reyes" "¿Cosas de la escuela?Nos mirábamos mi hermano y yo con algo de desilusión.


En clase de nuevo después de la Navidad, nos dijo la señorita que éste año haríamos "La Comunión"Era una ceremonia en la Iglesia y había que prepararse muy bien, explicó. Empezamos a estudiar todas las tardes el "Catecismo": un libro lleno de preguntas sobre la Misa, la Comunión, los pecados, las oraciones. Fue muy difícil y aburrido, había que repetir y repetir. El cura aparecía en la escuela dándonos normas y preguntándonos todas las semanas. Nos repetía:"Tenéis que aprenderlo todo, si no no hacéis la Comunión." "No os portéis mal, si no, no hacéis la Comunión" No faltéis a clase, si no, no hacéis la Comunión. Nos portamos muy bien y tratamos de aprender el Catecismo, ¡Teníamos que hacer la Comunión! parecía muy importante, aunque no supiéramos muy bien lo que era. Nos explicaban que recibiríamos a Dios, pero ¿Cómo?, ¿ En la boca? y luego...¿que haríamos con el?


Faltaban varios  meses para Mayo. Me puse enferma de la garganta, no podía tragar y me dolía mucho. Me llevaron al médico y estuve muy asustada, al verle acercarse con una cuchara, o algo parecido, que metía en mi boca, como si fuera a sacarme, algo de la garganta. Casi devuelvo la comida.

Mi madre me dijo que teníamos que ir  a Madrid para que me quitaran las "anginas", por lo que días después, nos montamos en el coche de "linea" de nuevo. Me decía por el camino que no "era nada" que no pusiera aquella mala cara.
No me gustaba lo que sucedía, no fuimos a casa de doña Mamen, cómo la otra vez. Ella estaba en la puerta, pero era otra casa diferente. Subimos en un ascensor y esperamos en una sala. Salio un médico con su bata blanca, parecía muy amigo de la familia y se saludaron, él y una enfermera, me cogieron en brazos, sentándome en una silla grande. Me pidieron que abriera la boca y me metieron una especie de cuchara otra vez. Me quería ir, pero no me dejaban, me sujetaban fuerte y me decían" No te vamos a hacer nada, no tengas miedo", Entonces dieron una vuelta con su "cuchara" y tiraron muy fuerte de mi garganta. Me hicieron mucho daño,Y me asusté mucho, empezó a salirme mucha sangre, no podía tragarla ni escupirla, no sabía que hacer. Todos decían: " no es nada no es nada, ya está"."¿Ya está,el qué?", pensaba aturdida, "Si estoy sangrando y no puedo hablar ni chillar?" "¿Qué me han hecho?"Mi madre y Doña Mamen aparecieron enseguida, me consolaban y animaban, yo tenía grandes lagrimas, pero no podía ni llorar. Después de limpiarme y esperar mucho rato sangrando me llevaron a casa  de doña Mamen en un coche y me acostaron.
Al día siguiente, por la tarde, vino Mari Eli muy contenta a mi habitación. Me dijo"No te preocupes, luego te hacen muchos regalos y te dejan comer helados y puedes pedir lo que quieras. Eso le había pasado a ella, pero yo no pensaba nada más que en el dolor y en lo difícil que era hablar.
Cuando estuve mejor, volvimos a Los Pinares de nuevo, pronto me fui olvidando un poco del mal rato pasado y volví a la escuela. Continuaban los preparativos para la Comunión...

2 comentarios:

  1. Se ve que ya eras niña lista, el tema de la costura no siempre fue mi fuerte, y me gusto dibujar, por eso un tiempo después fui tu alumna. Tu siempre fuiste buena enseñando, buena de carácter, con una sonrisa perfecta, siempre has sido y eres una amiga inmejorable,que suerte la mia encontrarte. Un beso enorme amiga mia.

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  2. ¡Vaya creí que era un caso único lo de la costura! ¡Qué cosas me dices, me emocionas! Muchas gracias, muchos besos.

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DANA

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