HISTORIA DE UNA NIÑA
CAPITULO IX
PREPARANDO LA CASA GRANDE
Por las tardes íbamos al
“Horreo,” por las mañanas también había cosas que hacer. Era verano la familia
de Mari Eli vendría a su casa pronto. Mi madre se apuraba preparándola. Cambiábamos
los sillones a sus puestos. Barríamos el
porche. ¡Cuántas escaleras, no se acababan nunca! Mi hermano había encontrado
una araña muy gorda entre dos ramas. Iba corriendo a verla. Luego buscaba
hormigas o se escondía. Me olvidaba de la escoba y nos poníamos jugar. Mi madre
aparecía pronto y me regañaba, tenía que seguir y acabar la tarea.
Entre ayuda y juegos, nos
trasladábamos por todas las habitaciones. Me parecía una casa enorme. Tuvimos
que subir al desván. Tenía ventanas alargadas que daban directamente al frente
de la casa. Eran en realidad, puertas. Yo me asomaba con miedo. Pero mi
madre salía y se trasladaba de una a otra por un delgado saliente. Me tapaba
los ojos para no verla.
Descubría
que unas tejas estaban movidas. Nos pedía que la ayudásemos a subir por la
pequeña claraboya del techo. No quería, pero tuve que ayudarla. La sujeté los
pies, pero no llegaba, así que tomó impulso y salió por el agujero del ventanuco
que estaba en el techo. Se subió al tejado a gatas y colocó las tejas. El
corazón se me puso a correr. Pensaba que ya no la volvería a ver. Se caería
desde tan alto. ¡Qué miedo! Mi hermano lloraba y la llamaba. Al poco apareció
su cabeza. ¡Ayudadme! Descolgó los pies y luego el resto del cuerpo. La agarrábamos con fuerza para que no se cayera, pero no la dejábamos colocarse. Al
final rodamos por el suelo. ¡Menos mal que no había mucha altura!
Ya casi estaba todo preparado. ¡Que bonito,
puesto en su sitio! Cómo aún no había gente, me imaginaba que era mi verdadera
casa y me sentaba en el sofá, Había aprendido a manejar el “tocadiscos” Sonaba
la música de unos cantantes negros que se llamaban “Los Platters” Cantaban:
“Only Youuuuu”. No les entendía, pero cómo no había más discos, los ponía una y
otra vez.
Otras veces tocaba las teclas del piano de
cola del salón, era mi diversión preferida. Inventaba canciones tocando unas y repitiendo otras. Mi madre estaba en el otro lado de la casa. Andresito, jugaba
en el patio con sus palos, haciendo arcos y flechas. Aprovechaba cuando no me
veían. No nos dejaba “andar tocando las cosas” Con todo ello se me olvidaba lo que me había
mandado hacer. Había empezado a barrer; cuando la oía, agarraba la escoba
corriendo y miraba al suelo sin rechistar. Se daba cuenta de todo, pero
disimulaba y me vigilaba de cerca.
DE NUEVO TODOS JUNTOS
Llegó todo el mundo. De nuevo Mari Eli estaba feliz, nosotros también de verla y de pensar en los días de verano que nos esperaban. Me preguntaba que haría yo.¿Podría jugar como siempre o tendría que barrer y ayudar? Mari Eli desde que se levantaba, nos buscaba para comenzar nuestras aventuras.
Desayunaba con ella, comía con ella, merendaba y cenaba. Solo nos separábamos para dormir. Eramos cómo hermanas. Andresito siempre iba por libre se entretenía con sus"cacharros", pero si salíamos y nos llevaban a algún sitio nos juntábamos los tres.
EL BAÑO EN EL RÍO
Hacía mucho calor. Maria Andrea, la hermana de Mari Eli y sus amigas decidieron ir a bañarse al río. Doña Mamen dijo que nos tenían que llevar a nosotros. No les hizo ninguna gracia pero tuvieron que aceptar. Nos preparamos todos con ilusión. Mari Eli me buscó un traje para bañarme. El río estaba un poco lejos. Habían cerrado unas pozas y la gente iba como si fuese una excursión.
Yo no me había metido nunca en aquellas aguas y me daba un poco de miedo. Estaba muy fría y me escurría en las piedras. Nos metíamos en pozas pequeñas. Veíamos a los mayores nadar. Nos agarrábamos a las piedras y les imitábamos, cundo perdimos el miedo, nos tirábamos por una poza hacía la otra que estaba más abajo por una piedra suave y estrecha como un tobogán. Era muy divertido pero nos sacaron de allí a la fuerza. Nuestros labios estaban morados y los dientes no se estaban quietos.
Nos secábamos al sol en las piedras planas y volvíamos a casa en fila por la carretera, subiendo por la pronunciada cuesta en la que nos acalorábamos a más no poder. Estábamos emocionados-¡Casi sabíamos nadar!
Repetimos la bajada al río muchas veces. Pasamos muchos sustos, nos metíamos y a veces nos cubría el agua más de lo que estábamos acostumbrados y tragábamos mucha agua. Unas veces nos sacaba alguna de las amigas de Maria Andrea y otras nos salvábamos unos a otros. Perdimos el miedo al agua y nos tirábamos desde piedras mas altas, salíamos medio ahogados, pero poco a poco aprendimos a nadar.- ¡Qué
maravilla! Nos metíamos debajo del agua, saltábamos, nos deslizábamos. En vista de que nos defendíamos, las chicas decidieron trasladarse a la poza grande. Era cómo una piscina, cerrada por una parte para recoger el agua. En la parte estrecha cubría mucho. Primero probábamos donde no cubría. Era difícil, después de tres brazadas nos cansábamos y volvíamos a empezar. Fueron unos días muy divertidos y emocionantes, por fin ¡aprendimos a nadar!
EL TELEVISOR
En la casa hubo una gran novedad. Una tarde trajeron un televisor" !Qué bien! ¡Me gustaba muchísimo!" Le instalaron en el salón. allí nos colocamos todos los de la casa. Cada uno se buscaba una silla. Los pequeños nos colocábamos en el suelo. Ponían una película de Charlot. Mi madre no paraba de reír por cada golpe que se daba el protagonista. Mi hermano y yo, no nos queríamos levantar,estábamos encantados. Otras tardes ponían dibujos animados de "El Correcaminos" ¡Qué risa! Pobre Correcaminos, siempre le perseguía el "Coyote", pero a él, le aplastaban las piedras, o se caía por un barranco. Siempre salía perdiendo. Luego la "Tele" se acababa hasta la noche. Ponían entonces teatros o concursos. Si nos dejaban, veíamos cualquier cosa, estábamos cómo "abducidos". Mari Eli prefería salir, porque ya estaba acostumbrada a la televisión. Iba y volvía para ver si se habían acabado ya los dibujos, al final nos convencía para ir a jugar.
Por la noche empezaba el programa de nuevo, pero ya no nos dejaban verla. Nos mandaban a la cama para quedarse los mayores tranquilos.
En ocasiones había corridas de toros, también nos sentábamos a verlas, aunque nos daban miedo.A mi madre le gustaban mucho. Se ponía nerviosa, muy nerviosa."¡Ay que le coge!" repetía todo el tiempo. Mari Eli, doña Mamen y Julia se reían mucho. Un día, mirando los toros se asustó tanto que se inclinó demasiado hacía atrás con la silla y se cayó de espaldas. Cómo tenía nuestros jerseys en la espalda no se hizo nada y no nos enteramos nadie de que estaba en el suelo. Seguía chillando cuando nos dimos cuenta. No se podía levantar de los nervios y nadie la podía ayudar de la risa.
EL COLUMPIO.
Una tarde montaron un columpio, mecedor en el porche, lugar de las "personas mayores" Lo mirábamos con aprensión,"¿Nos caeriamos?" Lo probamos y nos gustó mucho, pero mi madre dijo: "ahí no se suben los niños, "bueno" lo pondrán todo".
Cuando no veíamos a nadie nos columpiábamos, primero suave pero después muy fuerte, hasta que ..."Plaff", daba contra la pared y mi madre venía apresurada. - "Fuera de aquí... (palabrota ) Mari Eli se partía de risa oyéndola, pensaba que eran chistes o algo así, nos íbamos corriendo hacia otro sitio a divertirnos.
Pronto se cansaron de cuidar el columpio, entonces nos subíamos a todas horas, sobre todo cuando se iban a dormir por las tardes y nosotros ya nos habíamos levantado hacía rato, allí Mari Eli, contaba cosas de su colegio, hacíamos muecas o decíamos tonterías, todo mientras íbamos meciéndonos por turnos sin parar. Decidimos ponernos de pie, nos agarrábamos arriba. Nos caímos muchas veces, pero no pudimos decir nada, porque nos habrían echado una bronca gorda.
Por las noches nos quedábamos dormidos en el columpio, sobre todo Andresito, que estaba cansado de jugar.
LAS VISITAS
Teníamos visitas a menudo. Un domingo vino doña Telma una abuela simpática y amable. No sabía quien era, pero debía de ser de la familia. La acompañaba su nieto Alberto, un niño blanco y sonriente. Siempre llevaba gorra en la cabeza. Su abuela insistía en que se la pusiera todo el día.- "Es un niño muy poco listo", pensaba. No sabía hacer nada. No se podía subir a las tapias, ni se agarraba a las ramas para columpiarse, no debía mancharse, ni podía ir al río.
No sabía jugar a ninguno de nuestros juegos, pero, era simpático. Le gustaba estar a nuestro lado, pero su abuela le vigilaba constantemente.Tratábamos de entretenernos en el columpio.Pero se mareaba. Por las tardes nos poníamos a su lado para ver el "cuento de la merienda". No quería comer, su abuela le daba pan con jamón, en pequeños trocitos. Tardaba mucho rato en tragar, mientras le contaba raros cuentos de animales que hablaban y se hacían pequeños si no comían. Todos los que andaban cerca le animaban:"venga come," "que te vamos a llevar a la feria." No se porqué le atendían tanto, ¡Para comerse un bocadillo!
El siguiente fin de semana, vino la tía "Paquita" tampoco sabía quien era, me dijo Mari Eli que se trataba de familia de la abuela Telma. Había comido poquísimo de pequeña, porque era muy bajita. Le gustaba arreglarse y pintarse mucho los labios. Se sentaba con el grupo animar para que Alberto comiera.
Decidimos hacerla rabiar un poco. La escondimos el lápiz de labios. Y salimos corriendo.Nos escondimos en el cuarto de las escobas, muy quietos. Subió las escaleras hacia su cuarto, bajo y miró su bolso. Volvió a subir la escalera y bajó de nuevo. No parecía ella, estaba muy rara con los labios sin pintar y tan preocupada. Subimos y volvimos a poner el "pinta-labios" en su mesita.-Nos pilló. "Sinverguenzas", decía, mientras corríamos escaleras abajo, riendo.
Seguro que me espera una buena, pensaba.
Mi madre se enfadó mucho. "¡Qué falta de respeto!¡No os tengo dicho que no cojáis nada de "nadie!"Nos miraba con sus ojos brillantes, y yo quería que acabara pronto la regañina. No sabía que decir, me angustiaba mucho verla tan enfadada.
Al día siguiente, se lo conté a Mari Eli."mi madre se ha enfadado muchísimo, no quiere que vuelva estar contigo, enredando". -"No te preocupes", dijo:-"ahora habló con ella"-.¡No, que es peor!-dije yo preocupada. Pero insistió y fue a buscarla. No te enfades, le dijo, ella no ha sido, yo la he dicho que viniera conmigo,- " Menudas dos" decía ella, "No quiero veros más cerca de las cosas de "nadie" "vámonos", decía Mari Eli, "que ya se le ha pasado". Me cogía de la mano y me llevaba a su cuarto a jugar.Yo me temía que iba en serio y tendría que tener mas cuidado con las visitas.
Estuvimos muy tranquilos los días siguientes. En el columpio y con Alberto y su "merienda". El domingo, vinieron su padre y su madre. Le dieron un montón de besos y "achuchones" Por la tarde se fueron todos. Parece ser que Alberto ya había comido suficientes bocadillos.
DON ABELARDO
Mari Eli me contó que venía por la tarde D. Abelardo. Era un amigo de la familia, y todos le apreciaban mucho.
Pasaría unos días en la casa. Yo estaba muy intrigada, ¿Cómo sería?
Cuando llegó el padre de Mari Eli, se bajó del coche un señor muy alto, llevaba un bastón y cojeaba. Sonreía mucho y nos saludo, diciendo: "¿Qué tal está esta "tropa"? Le gustaban los niños, era el único, a los demás creo que no les hacíamos ninguna gracia, siempre eramos motivo de preocupación e incordio.
D. Abelardo era diferente, se entretuvo con nosotros y nos enseñó los regalos que nos traía.¡Era asombroso, si no nos conocía, ¿Cómo era que nos traía regalos para todos? Nos repartió cuentos, lapices y recortables. Le adoramos de inmediato. No queríamos dejarle ni descansar. Nos obligaron a dejarle en paz.. Al día siguiente preparó una excursión para nosotros.
Iríamos lejos con un motivo: buscar abono para las plantas. Pensamos que sería maravilloso, ¡Salir lejos y con D Abelardo! Nos dieron un saquito de papel a cada uno y una especie de cojedor pequeño. Así salimos la "tropa al campo"Nos metimos por diferentes caminos, cuando encontrábamos abono, lo recogíamos con la palita y lo metíamos en nuestras bolsas. Al principio pensábamos que recogeríamos moras o algo así. No sabíamos que tendríamos que llevar en nuestras bolsas, "cacas" de cabras, ovejas y vacas. "La tropa no protesta", dijo.
Salimos todos los días, D. abelardo y " su tropa"Andábamos mucho y recogimos mucho abono. Los tiestos se pusieron estupendos , aunque olían muy mal, y nosotros también. pero no nos importaba. Disfrutamos mucho, pero D. Abelardo decidió que debía marcharse, nos dió mucha pena y le despedimos tristes.
Los días siguientes no sabíamos que hacer, íbamos las dos del porche al patio de atrás. de ahí al cuarto de los juguetes, pero, todo parecía aburrido.Llamabamos a Andresito para hacer teatros, pero nada se nos ocurría.
Estábamos asomados a la valla del porche mirando al jardín de al lado.Había movimiento en la casa y en el jardín varios niños jugaban en un columpio colgado de un árbol. Nos miraban y nosotras teníamos envidia de aquél invento tan divertido. No era cómo el nuestro. Sólo se columpiaban de uno en uno y otro empujaba.¡ Era estupendo! Se empujaban alto y fuerte.¡ qué divertido! Todas las tardes nos asomábamos a la valla, nos saludábamos: ¡Hola! decíamos ¡Qué columpio! ¿Cómo te llamas?, decía Mari Eli, mas atrevida, a una de las niñas. ¿Queréis jugar? ¿ Podéis venir si queréis. Era la palabra que esperábamos. Fuimos corriendo a decírselo al primero que vimos, en éste caso a doña Mamen que dormitaba en un sillón del patio. ¿Donde queréis ir ? Es al lado, respondimos, nos han dicho que entremos. Bueno, ir, pero no deis "guerra"nos dijo medio dormida. Salimos otra vez a la carrera y llamamos a la puerta. Nos abrieron dos de los niños, un chico y una chica un poco mas mayores que nosotros, por la altura.Nos enseñaron el columpio y vimos cómo se columpiaban, pero nos daba miedo subirnos. Mari Eli se subió primero, se agarró con fuerza y la empujaron suavemente. Luego más fuerte. Después me tocó a mi, que nervios. Mis pies volaban por el aire y yo me agarraba muy fuerte a la cuerda. Mari Eli me daba cada vez más fuerte.¡que emoción!, llegaba a alcanzar las ramas del árbol. "Me toca a mí"- me dijo alguien. pronto me frenaron y me bajaron.Tenía ganas de devolver y me mareaba, pero estaba feliz.Los niños nos dijeron sus nombres y volvimos los siguientes días. Se lo dijimos a Andresito, pero nos parecía pequeño para columpiarse, así que no le dejábamos casi nada de rato, Pronto se aburrió y se fue. A mí tampoco me tocaba muchas veces, porque eramos muchos y los mayores se adueñaban del columpio.
Tuno, el niño de nuestra edad, nos gustó a alas dos, era muy simpático. Corina su hermana nos enseñó su casa y a sus padres. El grupo estaba cansado del columpio y querían jugar a diferentes cosas, pero lo que nos gustaba era subirnos y volar. Tenían un hermano mayor,Rael,que se columpiaba, de todas las maneras posibles; poniéndose de pie, retorciéndose, y empujándose fuerte, cada vez más fuerte, tan alto que pegaba en las ramas de arriba del árbol,daba miedo. De repente una mano se le escurrió y cayó al suelo. Se quejaba mucho y nos asustamos todos. Nos quedamos muy quietas esperando sin saber que hacer. Corina buscó a su madre corriendo. Salió y nos dijo que nos fuéramos a casa. Nos marchamos, con el corazón saltando muy rápido. Se lo contamos a doña Mamen, se preocupó y nos dijo que no fuéramos más a jugar hasta que estuviera bien Rael.
Varios días después nos asomamos a la valla y preguntamos. Vimos a Rael en un sillón con muchos vendajes y una pierna enyesada, pidiendo agua y refrescos. Parecía que no estaba del todo mal. Entonces vimos el columpio. Estaba subido en el árbol enredado. Ya no lo usaron nunca más.
Jugamos juntos algunos días, al escondite, en la calle y por dentro de la casa, pero nos regañaron y cada vez fuimos menos veces.
Mi madre por las tardes nos llevaba al jardín a regar. Íbamos los tres.Doña ... nos miraba con cara de susto, quizá pensaba que romperíamos algo. Mari Eli se moría de risa con la goma y el agua. Jugábamos mas que regábamos. Echábamos un poquito de agua y nos cambiábamos a otro lado para terminar pronto, enseguida se secaba y la dueña de la casa, nos insistía para que lo hiciésemos mejor. La oíamos y nos reíamos. Nos reíamos todo el rato Mari Eli me hacia reír, pero me daba vergüenza porque mi madre me regañaría, seguro.
LAS FIESTAS
Llegaron las "Fiestas" de Los Pinares, Había mucha gente en la calle,aparecieron puestos especiales de caramelos,una tómbola, un "tiro al blanco" y los maravillosos "Caballitos"
Nos dejaban ir por la tarde a verlos dar vueltas. Algunos niños tocaban la campana en el coche de bomberos, Me pareció el mejor coche de juguete que había visto. No paramos hasta que los padres de Mari Eli le dieron dinero para subir los tres. ¡Que emoción un coche propio que yo podría conducir sola!Esperé hasta que estuvo libre el coche de bomberos, entonces subí. Una niña subió por el otro lado. Se apoderó de la campana y no la soltó.Fue odiosa. Se acabaron las vueltas, me bajé pensando- "otro día subiré cuando no haya nadie y tocaré hasta que me canse. Seguimos mirando los días siguientes con envidia, pero ya no teníamos dinero.
Una tarde nos dijo Paula, que nos iba a llevar al "Encierro".Sabíamos que era de toros, pero no nos imaginamos en que consistía. Pedimos permiso y nos dejaron ir. Los hermanos de Mari Eli y sus amigas también iban. Llegamos a la plaza muy pronto, aún no había casi gente.Decían que para "coger sitio". Nos pusimos sentados en fila en los asientos de madera. La gente iba llegando. Jugamos a tirarnos de la ropa, a estirar las piernas, a hacer muecas y nada, no sucedía nada. Hacía un calor muy fuerte. Mari Eli y sus amigas se reían de todo y señalaban a los chicos que conocían. Después de un rato, se levantaba la gente, porque alguien chillaba desde la torre de la iglesia:"Ya vienen por el Arenal" Todos los que estaban en la plaza corrían a subirse a los palos, pero nada. otro rato y no pasaba nada.Mucho mas tarde se volvían a levantar y se oían campanas: El hombre chillaba: "Ya vienen por el aguadero" Ahora si que corrían a colocarse y se iba llenando todo. Estábamos sudando y muy apretados. Un poco después entró un montón de gente corriendo a la plaza de una forma que me puso el corazón a latir deprisa. Corrían mucho, muchísimo y se subían a las maderas, o se metían por debajo. De repente entró un grupo apretado y unos toros enormes, con ellos. corriendo todos mezclados. ¡Qué susto. Mari Eli, Andresito y yo, nos agarrábamos a ... nos parecía que subirían a por nosotros. Los toros se quedaron parados en la plaza mirando todo, pero la gente les llamaba y corría delante, entonces se arrancaban y perseguían hasta las tablas, al corredor. Éste se metía rodando debajo de los palos, otros se subían por encima de los demás alguno caía al suelo y se hacía un nudo esperando que los toros no le pisasen o corneasen.Los toros corrían hacía los lados empujando a los mas torpes. Yo no podía mirar. Eran tan grandes y la gente tan poco rápida. Quizá los empujados estarían todos heridos.Olía a vacas y se oían unos ruidosos cencerros de los animales que llamaban "cabestros". Aparecieron varios hombres a caballo y empujaron con gritos a los toros hacia una puerta que abrieron. Entraron todos, uno a uno, creyendo que por allí se iba al campo. Yo también lo pensé, pero me dijeron que no. Aquello era un "Toril" y allí estarían encerrados hasta que por la tarde hubiera una fiesta con toreros como los de la "tele". "Pensé", ¿Para que se habrán dejado coger en el campo?
¡Que susto había pasado con los toros y la gente! Mari Eli y Andresito estaban emocionados de lo que habían visto, a mi me temblaban las piernas. Nos fuimos todos a casa comentando y muertos de sed, de calor y de hambre.Fue una mañana muy larga.
Pasaron más días y se estropeo el tiempo, hacía frío y llovía. Comenzaron a recoger las cosas. Mari Eli lloraba, no quería que nos despidiésemos. me prometió que pasaríamos las navidades juntas otra vez, se lo pediría a sus padres. Nos quedamos solos y tristes.
Mi madre tenía mucho trabajo, cuando acabó de guardar todo, se quedó muy tranquila y con tiempo libre para estar con nosotros. Casi no habíamos podido estar a solas ningún día.
No sabía que hacer, la casa grande estaba cerrada, el jardín solitario, hacía mal tiempo. Me entretenía con los recortables, la radio y las gallinas. Mi hermano hacía carreras de chapas en la cocina.
Duró poco la tranquilidad. Comenzaba la escuela de nuevo. Que mal lo iba a pasar. No quería ir. Mi madre me convencía, con un "suave"- ¡Tienes que ir y no ser tan cobarde! Me compró cuadernos y un libro nuevo. " Enciclopedia de segundo curso", la ojee pensando : "Tiene muchos dibujos... quizá no esté mal la escuela".
Andresito también comenzaba a ir por primera vez, pero no tenía miedo, estaba contento.