La zona en la que me muevo durante mis vacaciones no es especialmente bonita, ni tranquila, ni tampoco silenciosa, pero tiene el encanto del sol y del mar.
Está llena de gente, pero es divertido ver pasear a tantas personas diferentes y a veces estrafalarias.
Se come bien, se baila, se pasea y sobre todo se toma el sol, que nunca falta, aunque en verano apriete fuerte y el agua del mar te estimula y te consuela.
Esta ciudad especial, que está abierta lo mismo en invierno que en verano y que posee cualidades estupendas y defectos imposibles, es Benidorm; la población que se odia y se ama. La ciudad de los rascacielos en su paisaje extraño. Pero que tanta gente disfruta y repite..
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