Los veo uno a uno y me encantan . Si veo que tienen problemas o son
demasiado pequeños y están perdidos, les cuido y atiendo.
Yo misma he escrito pequeños cuentos con conejitos de protagonistas.
El dilema viene por su sistema tan veloz de reproducción, convirtiéndose rápidamente en una familia enorme que crece y crece.
Los conejos llevan propagándose y aumentando al rededor de mi zona, durante varios años. Me invaden me llenan el jardín de agujeros enormes, se comen las plantas y lo que es peor, destruyen los tubos del riego buscando agua, con lo que las flores y árboles se están secando.
En mi ayuntamiento no me dan soluciones; son para ellos animales libres que cumplen una función en la naturaleza, aducen y me aconsejan que busque medidas particularmente.
Les asusto, tapo agujeros y arreglo desaguisado, pero mi paciencia se acaba.
Aunque yo misma he tenido a los dulces conejitos como fuente de inspiración y he escrito pequeños cuentos con éstos animalitos de protagonistas, a día de hoy mis sentimientos hacia ellos han cambiado, ya no me gustan tanto, ni me parecen graciosos, no les veo dulces ni suaves. Se han convertido en
enemigos.
Me volverían a encantar si estuviesen muy lejos de mi hogar.